martes, 4 de agosto de 2009

Primer Milagro de Raban Maur


Hubo una vez un hombre que se aburría mortalmente porque estaba solo. Un día, harto de tanto aburrimiento, decidió buscar una compañera, es decir, una mujer. Después de observar y analizar cuidadosamente a su alrededor llegó a la conclusión de que para obtener lo que deseaba lo mejor sería colocar en la acera frente a su casa una caja de cartón del tamaño de la mujer ideal y esperar -acechando desde la ventana- a que ella pasara por allí y se metiera dentro por su propia voluntad.

Al cabo de un rato aún no había pasado ninguna mujer, pero sí que lo hizo Raban Maur -monje cristiano del s. IX- a quien le pareció que una caja abierta en plena calle era algo muy obsceno, por lo que la cerró y se marchó. Nuestro hombre, tras comprender que si la caja permanecía cerrada ninguna muchacha podría entrar, salió para volver a abrirla por su parte superior. Al hacerlo, inexplicablemente, encontró dentro una nota que rezaba:

«Kuang-tse señala que una mujer hermosa que da placer a los hombres sólo sirve para asustar a los peces cuando se zambulle en el agua»



De la serie Los milagros de Raban Maur, 2008

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