martes, 4 de agosto de 2009

Mozart: The True History




Mozart realmente no murió. En 1.791 le asediaban los acreedores, le dolían las muelas, la gente no le dejaba en paz con Réquiems y con cosas, por la noche le lloraban los chiquillos y se había dado cuenta de que su esposa Constanze ya no le quería y además era subnormal profunda. Bueno, de eso último se había dado cuenta el mismo día que la conoció, pero eran ya demasiados años aguantando las mismas tonterías e incluso él tenía un límite. Así que decidió matar una bandada de pájaros de un tiro y fingir su muerte, de este modo su esposa y él podrían separarse una época en la que no existía el divorcio y comenzar una nueva vida en otro lugar, lejos de tantos problemas.

Dicho y hecho, se echó harina en la cara para parecer enfermo, se acostó, se puso estiércol en los pantalones para oler mal y empezó a decir chalauras pa que pareciese que deliraba. Su mujer (que estaba en el ajo) decía llorando como una loca a todo el mundo que Mozart se iba a morir de un momento a otro, compró cirios y tinte negro para la ropa, además convenció a un médico para que hiciera también el paripé y llegado el momento extendiera un certificado de defunción, todo a cambio de un reloj de oro que Van Swieten había regalado a Mozart hacía un par de años.

Pasados unos días enterraron en la fosa común más barata del cementerio un pelele relleno de estiércol cuando más llovía (pa que no fuese mucha gente y los masones no se coscaran) y él se mudó a Venecia, se dejó la barba y montó una heladería llamada Il Papageno junto a una dársena de góndolas donde pasaban guiris cada dos por tres y se hizo de oro. Como le iban bien las cosas contrató a una ninfulilla -que poco buena que estaba la maldita por cierto- para que le ayudase como dependienta, se la terminó beneficiando (previsible), se enamoraron y se casó con ella. Tuvieron cinco chiquillos, que le salieron pelirrojos nadie sabe por qué.

En su tiempo libre siguió componiendo como hobby y las obras se las mandaba por correo a Papá Haydn -que era de los pocos que aparte de su mujer estaban enteraos del asunto- bajo el pseudónimo de "El papá de los helados" para que las publicase como propias. A él le daba igual que Haydn se aprovechase porque total, ya había comprobado que la música no le había hecho rico y los helados sí y a saber donde habrían acabado esas obras si las hubiese dejao guardás to normal en un cajón. Estaba la opción de publicarlas en Italia como aficionado, bajo su nueva identidad de Luigi Pietrobonni, pero que esa música era de un aficionado no se lo iba a creer ni su puta madre y mejor no tentar a la suerte con lo tranquilo que vivía ahora.

Al final amplió el negocio y terminó vendiendo también piruletas, horchata fresquita, limonada y globos con forma de unicornio durante los carnavales, aparte del combinado típico "bocadillo de salami+lata de refresco por media corona" para los obreros y los muchachos que volvían de marcha a las siete de la mañana. Con 99 años y tataranietos en el mundo se jubiló.

En 1858 (tenía entonces 102) dijo una mañana de mayo que se iba a coger coquinas a la playa y ya no volvió jamás. Dicen que una sirena se enamoró de él viendo su reflejo en el agua y se lo llevó para siempre a su reino submarino, aunque no creo yo que un hombre con 102 años esté como para enamorar muchas sirenas.

Y eso es todo, amigos

Anexo: El Réquiem lo terminó un macaco albino llamado Würfel que era aparte de mascota el copista habitual de su música (Süssmayer de hecho afirmó posteriormente que no había visto a nadie sacar particellas tan rápido como a ese maldito mono, algo que a Salieri le provocaba tal envidia que planeó envenenar al pobre simio, pero finalmente no lo llevó a cabo)

Cuando Joseph Haydn murió comenzó a enviarle sus óperas a Rossini y sus no-óperas a Beethoven. Cuando murió Beethoven dejó de componer no-óperas y dedicó ese tiempo a investigar los diferentes tiempos de cristalización del caramelo según el azúcar que se emplee en su elaboración y a sacar helados con sabores de frutas tropicales.

Leído en COLLADO,J. "Vida y aventuras de Würfel el macaco", Publicaciones Eriksati S.A., Málaga, 2009.



Publicado en El Mandarín de los olivos el 28/07/09

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