martes, 4 de agosto de 2009

La Historia del Rey y el Príncipe Pececito



Érase que se era, en un reino muy lejano, un Rey. Este Rey sólo había tenido una hija y era ya anciano, por lo que necesitaba casarla con algún apuesto príncipe para asegurarse que alguien ocuparía su lugar cuando faltase, por lo que convocó un concurso al que invitaba a todos los jóvenes de sangre noble que estuvieran interesados en casarse con la Princesa (a la que llamaremos Margarita para salvaguardar su verdadera identidad). Las pruebas para conseguir la mano de la princesa eran secretas y le serían reveladas individualmente a cada joven según riguroso orden de llegada.

Llegó el día del concurso y a las diez de la mañana llegó el primer aspirante, que no era otro que el príncipe Erizo llegado del lejano reino de Erizolandia. Pasó a la cámara de la princesa y allí estaba Margarita con su padre, esperándole.

-Hola, buenos días. Soy el príncipe Erizo, un placer. ¿Qué tengo que hacer?
-Has de coger a mi hija y follártela por las orejas si quieres casarte con ella - ordenó el Rey

Ni había terminado el Rey de pronunciar la frase cuando ¡Pim pam pum! el príncipe Erizo raudo y veloz se había follado a Margarita por las orejas.

¡Estupendo, que pase el siguiente! - pidió el monarca

El siguiente era el príncipe Dragón, venido del remoto reino de Dragolandia.

-Hola, ¿que tal?. Soy el príncipe Dragón, mucho gusto. ¿Qué he de hacer?
-Si algún día quieres gobernar este reino tienes que coger a mi hija y follártela por la nariz - indicó el Rey

Antes de que se pudiera decir "pescado frito" ya había cogido el príncipe Dragón a Margarita y ¡ZAS! se la había follado siete veces por la nariz.

¡Magnífico, el siguiente por favor! - anunció el Rey

Se abrió la puerta y entró el último joven que se había presentado a la prueba. Se trataba del príncipe Pececito, que acababa de llegar después de un largo viaje desde Pececitolandia.

-Hola, ya llegué. Soy el príncipe Pececito, encantado, ¿En qué consiste la prueba?
-Si de verdad pretendes demostrar tu valía tienes que coger ahora mismo a mi hija y follártela por los pelos-ordenó el Rey.

-¿¡Por los pelos!?.Usted es un viejo degenerado. Y si su hija es la fulana pringosa que está ahí encima de la cama sangrando por la nariz sepa que no la pienso tocar ni con un palo. Y ahora, si no les importa, me vuelvo a mi reino de gente NORMAL.

-¡Por fin alguien sensato y decente!- exclamó jubilosamente el anciano monarca- ¡Tú te casarás con la princesa y serás el heredero al trono!

El príncipe Pececito aceptó, se casaron, y todos fueron muy felices durante el resto de su vida. Claro, que antes hubo que darle una buena ducha a la princesa.



Publicado en El Mandarín de los olivos el 01/12/08

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