martes, 4 de agosto de 2009

Homenaje Rocoso


“Caigo por un túnel estrecho y ancho a la vez. Vértigo infinito. Miro a los lados y veo que me acompañan el Capitán Pescanova y Cruz de San Telmo. Están ausentes, como si no perteneciesen al mismo universo que yo.

-¡¡¡No lo hagas!!!¡¡¡ Yo nunca me arrepentí!!!-Dice Cruz

-Lo siento pequeña. Es tarde. Sólo nos queda la fe

- Mi fe no es más que una mancha oscura en el brazo. Es todo lo que quedó de ella y lo sabes

De las paredes del túnel comienzan a dispararnos cañones láser, como si las últimas palabras hubiesen activado algún mecanismo desconocido. Esquivo los rayos de luz verde saltando de un lado a otro. La caída se precipita. Cada vez tengo menos tiempo. Clavo mis ojos en el láser que finalmente me golpea, dejándome inconsciente por un momento... Cuando despierto estoy sólo en mitad de un patio gris. Al fondo hay un muro acompañado de un torreón de color verde ondulante. Es la antesala al castillo del Dragón.

-¡Cura!- Grito

Y aparece el cura-mago Elohim

-Has perdido, moreno. No podrás volver a usar tu antiguo nombre.
Ahora eres
Haar’ flaag y tu misión será acabar con el dragón y liberar a la princesa.

-¿Sin armas?-pregunto

-Renunciaste al Wakizashi. Además ya no sería justo. Pero podrás usar el boken megapoderoso, Kerux, y hacerte digno del Pueblo de Dios. Debes partir

Me encamino hacia el torreón. Entro por la gran puerta de metal con grabados órficos de fondo. A ambos lados altísimas estanterías repletas de velas encendidas. Y el suelo de madera. Continúo hasta el final. En el centro octogonal confluyen ocho pasillos. Cada pasillo es una rama del saber que no me detuve a aprender en el pasado. Algo me angustia, me atenaza, me convulsiona. Pero no le hago caso.

Por uno de los pasillos se acercan Coyote Mudo y el Caballero de las Siete Lunas riéndose como locos, to borrachos. Les pregunto como puedo llegar hasta el Dragón

-¿Er Dragón? Eze lo que é eh un homosesuá, vaya, será que no l´abré vih’to vese hasiendol‘omosesuá –responde el Coyote entre carcajadas

-Shhhhhh, tuuuuuu, ¿Qué dis´er tio? ¿Er tio dise Dragón? Po yo lo que digo é que… ¡¡¡Amonoá tomá unahkopithah!!!. ¡¡¡Firmes mi capitán!!! ¡¡Ar!! – Balbucea el Caballero partiéndose el culo.

Paso de ellos y se alejan dando tumbos por donde he venido. Siete de los pasillos ya no están y sólo queda abierto por el que han aparecido Coyote y el Caballero. Me introduzco por él. Suenan acordes infernales de órgano, cada vez más fuertes, espantosos.

Cuando llego a la cámara del Dragón el sonido cesa de golpe. El suelo es una piscina de barro y en lugar del Dragón aparece frente a mi Cibermandril, ataviado con una bandera de Dinamarca. Rápidamente se lanza a atacarme.

-¡¡¡Ataque culo rojo!!!-espeta con su voz chillona de mandril

Lo esquivo por los pelos. Justo en ese momento me doy cuenta de que hace un rato que tengo a Kerux, el boken superpollúo, en mi mano derecha. Hago unos cuantos giros poderosísimos. Salto girando sobre mí mismo hacia la izquierda y le lanzo una serie de ataques sencillos pero muy rápidos. Cibermandril se mueve como un relámpago, los esquiva y en un descuido me lanza barro a los ojos, arrebatándome el boken antes de que pueda reaccionar. Mierda. Retrocedo para cambiar de modalidad de ataque. Voy hacia él y le empiezo a golpear con todas las patadas y puñetazos giratorios, voladores y de la muerte que conozco. Pero es inútil. Cibermandril es intocable, tiene +8 a la fuerza. Entonces lo comprendo todo.

¡¡¡ Imiewge!!! - bramo estentóreamente

De repente he desaparecido de la cámara del Dragón y me hallo en otro lugar . Estoy dentro de una especie de cripta románica antiquísima y polvorienta. En el centro, sobre una sepultura de mármol negro yace la princesa… es Dulzura Van Gogh, vestida de arlequín. No tiene ojos

Está muerta.

Me temo que he llegado demasiado tarde.



De El segundo gran concurso, 2006

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