martes, 12 de octubre de 2010

Innecesario Nocturno


Copular con el marfil y más aún con las estrellas
Copular con el agua gota a gota, penetrar en el rizoma
Copular de noche cerrada, lamiendo el óvalo opalino de la Luna...

Precipitar el fornicio de un millar de pájaros exóticos
Atomizar el orgasmo del silencio más sonoro
Violar el viento y eyacular las mareas, pintadas de acuarelas sepulcrales...

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Orugar el pináculo de todas las procesionarias
Horadar los pámpanos y las cepas de pálpito seguro
Galvanizar un horizonte de carne y de blancura...

Extasiar lentamente la colmena desde adentro
Perfundir tu cúpula, pálida entre el vértice y la espalda del ropero.

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Copular el añil y el dálmata argentino
Fornicar sin coartada incluso el aluminio más eléctrico

Copular de pura luz hasta con las farolas de la calle
y follarte a la vida misma, y también a las latas de Coca-Cola en el asfalto.


2 comentarios:

  1. Esto es maravilloso, Julián. Si se me permite el atrevimiento, añadiré que me parece de lo más Cortazariano, aunque a priori las similitudes e influencias estilísticas puedan parecer de otra procedencia.
    La originalidad de los motivos representados tintados, sutilmente unas veces y descaradamente otras, de surrealismo del que nos gusta, así como el empleo de algunos recursos que considero típicos de él son algunos motivos que creo, sostienen mi comentario.
    Los tres últimos versos creo que conforman un final extático, cargado de onirismo, sinceridad y claridad y conciencia del dolor que conlleva el placer (y viceversa), en ese orden.
    Bravo!

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  2. Muchas gracias por tu apreciación, Cri. Aún no he leído a Cortázar (salvo algunos fragmentos típicos de Rayuela) lo que, aparte de avergonzarme, hace que sea difícil que haya sido influido por él. Sin embargo sí que creo que algo de Arrabal y de Girondo hay en todo esto de la cópula indiscriminada. Lo onírico y lo surreal, por otra parte, es una tendencia inevitable en casi todo lo que escribo, a no ser que me proponga firmemente hacer otra cosa. Pero precisamente, de ordinario para esas otras cosas ya nos da la vida cauces de expresión de sobra. Y la mayoría de las veces ni siquiera por voluntad propia.

    ¡Gracias de nuevo y viva el surrealismo!

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